Especial
Vericuetos históricos de la comercialización de la papa en el mercado interno de la Argentina
Con la expansión del cultivo y la comercialización llegaron nuevos desafíos en las cadenas de producción a nivel local. En este artículo se repasan las intervenciones en el mercado por parte del Estado y su articulación con los productores.
En Jujuy, y en Argentina en general, la papa inicialmente fue un cultivo asociado a las huertas, de explotaciones campesinas para el autoconsumo y/o comercialización e intercambios en pequeña escala. Era un producto de oferta diaria en los primeros mercados municipales de la provincia norteña desde mediados del siglo XIX, sobre todo la producida en la Quebrada de Humahuaca, desde donde se transportaba en costales a lomo de burro y de distintas variedades (Runa, Runa morada, Runa blanca, Morada, Tuni, Tuni morada, Amarilla, Oca).
Hasta mediados del siglo XX la producción papera en el país estuvo sujeta a técnicas muy antiguas y era destinada al comercio de corta distancia. Eso generaba estacionalidad en la oferta, dependiendo de los momentos de siembra de las variedades que existían. Recién con la introducción de políticas públicas intervencionistas, iniciadas en la década de 1930 y profundizadas a partir del gobierno de Perón en 1946, se buscó mejorar la calidad de semillas y las formas de cultivo. Además, la distribución de los alimentos y el control sus precios se incorporó en la agenda cotidiana de esos gobiernos, los cuales dieron prioridad el aprovisionamiento de alimentos baratos para los sectores populares. De hecho, la papa se sumó entonces como producto de primera necesidad para estimar cotizaciones de la canasta básica. Ese propósito se tradujo en regulaciones para aumentar y mejorar la producción, facilitaciones del transporte de larga distancia, por medio de los ferrocarriles (adecuando vagones de cargas y envases textiles -bolsas-) y la centralización de la comercialización en todo el país. Se fomentó la expansión de la granja, la horticultura y el tambo como actividades direccionadas al abasto del mercado interno. Así, en 1932 se creó la Comisión Nacional de Fruticultura, en 1934 la Secretaría Comercial de la Fruta. El decreto 53.828 de 1940 estableció el desarrollo del cultivo de la papa, para tener mejores rendimientos y con valor comercial y un decreto de 1942 reglamentó el mercado nacional de la papa, buscando acercar a productores y consumidores. Para ello se establecieron puntos de concentración mayoristas, siendo el de Tucumán el más cercano a Jujuy.
Con el correr del tiempo los perfiles de esta política tuvo sus vericuetos. El plan de gobierno a comienzo de la década de 1960 fue desestructurar la concentración del mercado de la papa en pos una reestructuración de la comercialización al menudeo mediante la instalación de SUPERMECADOS, siguiendo los preceptos que secundaban la libertad de mercado. Esa variante entró en disputa con quienes defendían la forma anterior entendiendo que la papa no tenía una situación equiparable a la de otros artículos de consumo, al ser la producción papera de localización distante (Buenos Aires en el sudeste, en el oeste en Rosario y en las provincias del Norte) a los principales centros de consumo. También porque había una inadecuada red de transporte que entorpecía el imperio de condiciones de “competencia perfecta” en los mercados, provocando un resultado “trustificador y monopolista”.
A comienzos de la década de 1970 prevalecieron otras ideas y preocupaciones sobre el abastecimiento de la papa en la Argentina.
El diagnóstico de mercado que se hizo hacía hincapié en la repetición cíclica de periodos de abundancia y de escasez del cultivo de papa. Se buscaba entonces generar valor agregado con fabricaciones industriales derivadas de la papa y la exportación, aprovechando los momentos de expansión de los cultivos. Y se aconsejaba la fijación de precios máximos de venta al público en función de la capacidad adquisitiva del consumidor medio y los costos de producción por zonas productivas. También se procuró cubrir intereses del productor con precios mínimos y desarrollar un servicio de certificación de semillas de papa, a la vez de crear un comité sectorial mediante una “Junta Nacional de la papa”. La meta principal era asegurar el abastecimiento de este producto en el mercado nacional y evitar las recurrentes importaciones que reportaban un fuerte drenaje de divisas.
Cecilia Fandos.